No
hay nada más frustrante que estar en esos momentos de la vida donde no sabes
donde estas parado. No sabes donde dar el próximo paso, y mucho menos el cómo
darlo. Esa sensación de estar caminando a oscuras en un lugar completamente
desconocido, no hace más que inundarnos de miedo. Empiezan a surgir dudas y
muchas preguntas.
Pasan
los días y seguimos caminando sin saber a dónde vamos. Terminamos pensando que
todo va a salir mal. Desconfiamos y tratamos de hacer lo que nos parece mejor a
nosotros, olvidando que esa no es la actitud más sabia a tomar cuando no
sabemos ni donde estamos parados. Nos llenamos de MIEDO y eso provoca solo tres
cosas: Nos hace retroceder, nos paraliza, o nos hace avanzar...nos impulsa.
Y
es ahí donde entra en juego nuestra personalidad. Es ahí cuando nos encontramos
cara a cara con nosotros mismos...ahi nos conocemos realmente, y vemos como
reaccionamos frente al miedo, a la incertidumbre. Nos damos cuenta de que
estamos hechos. Y en la mayoría de los casos, tarde o temprano, nos damos
cuenta que la mejor opción es utilizar ese miedo para continuar, ese miedo nos
debe impulsar y permitir salir adelante.
Necesitamos
avanzar, pero para eso, debemos avanzar seguros. ¿Seguros de que? El único que
te puede dar seguridad en estos casos es Dios. Solo el te puede dar paz y
tranquilidad en esos momentos.
Tal
vez no responda tus dudas, no te diga donde estas, ni hacia dónde vas. Pero lo
que si va hacer es tomarte de la mano y susurrarte al oído: “Todo va a estar
bien...confia en mi y esperá en mi…” Es en ese momento, donde tus dudas
desaparecen, y tu miedo se esfuma. Es en ese momento donde las circunstancias
son las mismas, pero vos no.
Tal
vez sigas sin saber a dónde vas, solo que ahora sabes que no vas solo…
Por
Evelyn Delmastro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario