Se acerca fin de año. Fin de un año que estuvo
condimentado con todo tipo de ingredientes. Un año que puede haber sido bueno o
puede que no tanto. Todo depende con la lupa que se lo observé, todo depende de
con que ojos lo miramos. En mi caso particular, no fue de los mejores años,
pero llegando al fin, todo lo que puedo pensar es: Cuantas cosas aprendí.
Y eso se debe a todas las cosas buenas y malas que
pasaron. Comparemos unos minutos este año con la preparación de una torta.
Ponemos los ingredientes en donde encontramos algunos que al probarlos por
separados, nos pueden parecer ricos como la leche o desagradables al gusto como
la harina. Pero al final de todo, a nadie le importa tanto que tan ricos eran
los ingredientes con los cuales se preparó, sino más bien cuál es el resultado
final.
Si lo pasamos al plano espiritual, Cuando Dios obra en
nuestra vida, el es consciente de que para que el resultado final sea
extremadamente increíble, la preparación precisa de ingredientes agrios y
agradables a la vez.
Lo bueno de que nuestra vida la “prepare” Dios, es que
sabemos que es el mejor cocinero, y sean cuales sean los ingredientes,
definitivamente tenemos la certeza de que el resultado será una completa
delicia.
Por eso, observá detenidamente tu vida y tené en cuenta
esos buenos resultados. Sean cuales sean, te propongo algo…Dejá que este nuevo
año que empieza, sea Dios quien tome el control de todo, y durante la preparación
de esta torta, tené en cuenta que “Cuando vengan los buenos tiempos,
disfrútalos; pero cuando lleguen los tiempos malos ponte a pensar que todo
viene de Dios, y que nunca sabemos lo que nos espera.” (Eclesiastés 7:14). Y
por lo tanto, como vienen de Dios, podemos tener certeza de que todas las cosas
ayudan para bien.
Por Evelyn Delmastro
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