De chiquita me encantaban las historias de princesas, siempre
jugaba a ser una de ellas. Entre las que mas me gustaban estaba la Cenicienta. Me
acuerdo que tenia un librito donde contaba su historia, una joven muy
maltratada por sus hermanastras y su madrastra, un día tiene la oportunidad de
ir a un baile, un hada madrina convierte una calabaza en un carruaje y le da un
vestido muy lindo. Así es que ella puede ir al baile y bailar con su príncipe,
pero solo lo puede hacer hasta las 12, porque el hechizo desaparecerá, junto
con su carruaje y su vestido. Cuando suena el reloj ella se va corriendo, pero
se le sale su zapato.
Es cuando llego a esa parte de la historia, y me pongo a
pensar…por que motivo ella no recogió el zapato. A quien se le ocurriría irse
corriendo, si sabe que olvido su zapato. Es esa una de esas dudas que me ha
quedado de mi infancia. Muchos me pueden decir que no tenía suficiente tiempo
para regresar a buscar el zapato, otros pueden decir que no se dio cuenta de
que se le salió. Ahora que soy más grande, puedo pensar que si ella regresaba
por su zapato, el príncipe nunca la buscaría y por lo tanto, nunca serian
felices por siempre.
Ahí es donde yo lo puedo relacionar con mi vida, y seguramente
ustedes pueden relacionarla con la de ustedes o alguien que conozcas.
Hagamos de cuenta por un rato que somos cenicienta, estamos en
un momento de nuestra vida hermoso, algo muy lindo que nunca vivimos; cuando de
repente pasa algo que no esperábamos…suena el reloj de las doce, y sabemos que
todo lo que estamos viviendo va a desaparecer…entonces empezamos a correr, pero
todo se pone peor cuando perdemos nuestro
hermoso zapato, y ahí por un segundo, nos enfrentamos a un gran dilema
¿recogemos o no el zapato?
Algunos vuelven y lo recogen sin pensarlo. Otros buscan
consejos. Yo decidí buscar la opinión de Dios ¿Qué quiere él que haga? Fue
entonces, que estaba pasando por una situación parecida, y leí en la biblia lo
que dice Pablo en Filipenses 3:13 “…olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante”
Muchas veces vamos por la vida, viviendo felices, o algunos no
tanto, y de repente perdemos nuestro zapato (hiciste algo muy malo, una persona
que querías mucho se fue, un momento que vivías pasó, algo que sentías terminó,
etc.) y es ahí donde tenemos que elegir
entre dos opciones…regresar y quedarnos con eso, o seguir adelante. Si nos
quedáramos con eso, nos estaríamos quedando en el pasado, probablemente eso nos
impediría continuar. ¿Cuántas veces pasamos por eso? A veces, ni siquiera nos
damos cuenta que nos pasa, es como si nunca termináramos de cerrar una herida,
conciente o inconscientemente no nos despegamos de algo del pasado por varios
motivos, sea miedo, recuerdos, etc.
Pero el problema está en que si no nos soltamos, si nos quedamos
con eso que paso, nunca vamos a continuar, y nunca vamos a poder vivir cosas nuevas.
Es entonces donde decimos bueno, sigamos adelante como si nada
hubiera pasado. Pero no es muy fácil..Mejor dicho, no es NADA fácil.
Desprendernos de algo y seguir duele, produce mucha tristeza, es así, es algo
por lo que todos pasamos, no es nada fácil seguir, y muchas veces nos es casi
imposible. Ahí, cuando siento que no puedo seguir adelante, donde no tengo las
fuerzas, cuando me doy cuenta que sola no puedo, es ahí, donde Dios dice en la Biblia en 2º de Corintios
5:17 : Las cosas viejas pasaron, he aquí, TODAS son hechas nuevas. Acá Dios te
dice que dejes de preocuparte por eso que pasó, porque el es capaz de hacerlas
nuevas. Es un hecho….si regresaos o nos quedamos en un lugar, no podes avanzar.
Y en esos momentos, es donde uno necesita alguien que le de esa paz, ese amor
que uno necesita sentir, y Dios es el único capaz de hacer eso, solo tenés que
entregarle todo lo que tenés, y vas a ver, que el va a hacer cosas nuevas con
eso.
Entonces ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a regresar por el zapato? ¿O si
mejor le entregas todo a Dios y seguís adelante? Cenicienta no regresó por el
zapato, ella siguió adelante, y es así como pudo ser feliz para siempre.
Pensalo…no vaya a ser que por ir a buscar tu zapato y quedarte en el pasado,
desaproveches tu futuro, y te pierdas tu “Felices por siempre”
Por Evelyn Delmastro
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