11 jun 2012

Planes de Dios = Planes nuestros




“Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.” 3° Juan 1:2
Durante años, se ha hecho una división entre el aspecto religioso de la vida, y las realidades cotidianas. Se encasilló la actividad con Dios para ciertos días, y el resto de la vida en los otros días. Y resultó una comodidad hacerlo así. Porque de esa manera, cumpliendo con ciertos ritos y días, aplacamos la conciencia y pensamos que podemos dejar contento a Dios.
El anciano Juan tenía mucha experiencia. La que la había dado los problemas de su vida, y la que había obtenido por haber vivido tanto tiempo. Y cuando le escribe a Gayo su última carta, deja bien en claro, que la influencia divina en la vida, no se limita únicamente a la reunión del domingo. Juan oraba para que Dios bendijera a su amigo Gayo en todos los aspectos de su vida.
Y si Juan oraba de esta manera, es porque Dios estaba de acuerdo en esta suplica. Juan le pedía a Dios que su amigo Gayo prospere en sus negocios y asuntos personales. Le estaba pidiendo a Dios prosperidad para la vida de su amigo. A veces creemos que Dios no aprueba el dinero, y esto es un grave error. Dios detesta que el dinero sea el dios de nuestra vida. Pero como somos los hijos del Rey, debemos vivir dignamente.
Los asuntos de Gayo también incluían a su familia. Hoy que vivimos en una sociedad que destruye el hogar y la familia, debemos más que nunca, rogarle a Dios que cuide la nuestra y a las de nuestros afectos.
Juan también oraba para que su amigo tenga buena salud, antes que se enferme. Oramos mucho para que Dios cure a los que padecen enfermedad, pero ¿oramos antes para que no se enfermen?
Finalmente Juan ora para que la vida espiritual de Gayo también sea próspera. Juan no dejó ninguna faceta de la vida de su amigo fuera de su oración. Dios quiere darnos lo mismo hoy. Porque Él se interesa por toda nuestra vida, no sólo por una parte. Desea que estemos contentos con nuestras familias, con nuestros amigos… y con los que no lo parecen tanto, con los trabajos, con los estudios, con nuestros quehaceres diarios, con la vida espiritual y… la lista sería interminable.
Dios no es un Dios de partes, es un Dios de toda la vida. No lo dejemos a Dios afuera de ningún área de nuestras vidas.
Reflexión: Integremos a Dios en nuestros planes y nosotros a los suyos.

Anónimo

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