No creo que Dios quiera
exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y
yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro
modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de
sordos;
porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a
poco va
formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos
hacen
también nos hacen más perfectos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario