Gálatas
6:9. A su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.
Peor
que muchos fracasos son pocos intentos. Así dijo Thomas Alva Edison el inventor
de la lámpara eléctrica luego de 1200 experimentos fallidos. Era el año 1879 y
Thomas ya había invertido $40,000 (una millonada en aquel entonces). Había
probado más de 6000 filamentos vegetales tratando de encontrar un conductor de
energía, los cuales habían sido enviados de países lejanos, y todavía todo
parecía ser un fracaso. Hasta ese entonces las ciudades, las casas, las calles
y las noches eran densamente oscuras. Era obvio que la gente que escuchaba
acerca del proyecto e incluso sus amigos pensaran que era imposible. Hacía
cincuenta años que otros científicos daban vueltas acerca del experimento pero
todos terminaban abandonando la idea. Varias veces Edison había reunido a
varios personajes importantes para ver el gran acontecimiento y todo el tiempo
terminó avergonzado. Sin embrago, Edison siguió y siguió con la idea fija. Un
día Edison decidió que el filamento apropiado tenia que ser de algodón
carbonizado y arregló todo para probarlo el 21 de octubre de 1879. El voltaje
fue aplicado a las terminales y de a poquito una tenue luz naranja fue
emergiendo del frasco de vidrio. Trece horas duró la luz de esa primera lámpara
eléctrica. Para cuando Thomas Alva Edison murió, el mundo entero sabía acerca
de la luz eléctrica y miles de ciudades ya estaban completamente iluminadas de
noche. En una ocasión se le preguntó acerca del secreto de su éxito. Edison
respondió: «Tenemos que aprender que es bueno fracasar. El genio es 1 %
inspiración y 99% transpiración». Bajo el nombre de Thomas Alva Edison fueron patentados
1093 inventos de los cuales la mayoría todavía usamos o fueron la base para
crear otros avances tecnológicos.
Por
Lucas Leys
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