Si no
tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el
idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso;
¡soy como una campana desafinada!
Si no
tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes
secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.
Si no
tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me
sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
El
que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El
que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No
es orgulloso.
No
es grosero ni egoísta.
No
se enoja por cualquier cosa.
No se
pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.
No aplaude
a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.
El que
ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de
soportarlo todo.
Sólo el
amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios,
ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos
de Dios. 9 Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. Cuando
llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará.
Alguna
vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera
de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo
he dejado atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando
vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea
perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta;
pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí.
Hay
tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él
cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el
amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario