Sujétala en las tuyas para que siempre esté cerca de ti.
No esperes que lo que deseas venga a ti…
Búscalo con toda tu alma, sabiendo que la vida te encontrará a
mitad del camino.
Nunca te olvides de reír ni dejes que el orgullo te impida
llorar…
Cuando reímos y lloramos es cuando vivimos en plenitud.
No sientas que has perdido cuando tus planes y sueños no
alcanzan a cumplir tus anhelos.
Cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has
avanzado.
No hagas nada que pueda disminuir el respeto que sientes por ti
mismo.
El estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar
satisfecho con la vida.
Cuando te sientas mal, cierra tus ojos y descubre la presencia
de Dios. Él esta ahí susurrándote
suavemente que nunca te dejará desamparado. Cuando tienes esa
experiencia es cuando podrás decir: No tengo miedo. Nadie puede hacerme daño
porque Dios me ayuda
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